El castillo del Toledillo es una construcción defensiva de época musulmana, R. Fernández González sitúa cronológicamente esta fortaleza en el emirato Omeya, y continuaría ampliándose en época califal, siendo reconstruida en los siglos XI y XII ante el empuje cristiano del norte.

 

   El castillo está situado en el flanco oriental del término municipal de Peñaflor, cinco y medio kilómetros al NE del pueblo, ocupando una pequeña meseta de un espolón de Sierra Morena que en dirección Norte-Sur va descendiendo suavemente al valle del Guadalquivir, en contraste con las pronunciadas pendientes del flanco más oriental por donde dis­curre el río Retortillo, que es foso y protección natural del castillo, así como del flanco meridional.

 

   Bajo la Declaración genérica del decreto del 22 de abril de 1949, y la ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. La Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía declaró B.I.C. al castillo de Toledillo inscribiéndolo en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz el 25 de junio de 1985. En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

 

DESCRIPCIÓN DE CASTILLO DE MALAPIEL O TOLEDILLO[1].

 

   La planta del castillo es un eneágono irregular con una superficie aproximada de 3.104 metros cuadrados, y una torre de sección cua­drada adosada a la cortina Norte de 49 metros cuadrados de super­ficie. El adjunto plano se ha confeccionado situando los afloramien­tos de cortinas y torres que se observan desde el exterior de la planta, pues el nivel del terreno interiormente es algo superior y oculta estos afloramientos. Los materiales empleados en la cons­trucción son sillares cúbicos de 38 centímetros de arista, mam­puesto y tierra apisonada.

   Las tres cortinas orientales de dieciocho, veintidós y veinticuatro metros de longitud están construidas por hiladas de mampuestos, no observándose afloramiento alguno de torreones en los ángulos, probablemente debido a que por ser obtusos no se necesitara sa­liente alguno para la protección de los flancos. La cortina Sur casi en su totalidad demolida tiene veinte metros de longitud y enlaza con la inmediata oriental a través de un torreón de hiladas de mampuestos oblongos que tiene la esquina redondeada. Los lienzos occidentales de la muralla casi en su totalidad demoli­dos son de quince y dieciocho metros de longitud y los centrales más pequeños, que es donde suponemos estaría situada la puerta por ser el acceso de pendiente más suave y fácil. Los materiales constructivos son hiladas de mampuestos irregulares en la parte in­ferior en las que apoyan otras hiladas de mampuestos oblongos con las aristas verticales de cada uno apoyadas en el centro de el infe­rior semejando una construcción de sillarejo, siguiendo una hilada de losa de piedra en la que apoyan hiladas de mampuestos irregula­res. Estas cortinas de mampuesto son el revestimiento exterior de la verdadera muralla que es de tierra apisonada. En la parte Norte hay dos lienzos de la cerca de quince y nueve metros de longitud y de las mismas características que los ya des­critos, pero con la particularidad de que en la parte central del lienzo mayor hay un torreón de seis y medio por seis y medio me­tros de características diferentes al resto de la construcción. En la parte inferior y ángulos se conservan las hiladas de sillares cúbicos de piedra de treinta y ocho centímetros de arista, bien labrados y con sus caras planas, observándose sobre ellos un recrecido de mampuesto trabado con mortero de cal de características distintas a las hiladas de mampuesto trabado con mortero de cal de caracte­rísticas distintas a las hiladas de mampuesto de las otras cortinas, por lo que suponemos que son reparaciones realizadas en época muy posterior. La unión de la cortina más pequeña con la occiden­tal es de arista redondeada, pudiendo ser un torreón semicilíndrico poco saliente. Este torreón Norte al igual que la muralla es de tierra apisonada.

 

   El estado de destrucción en que se encuentra el castillo con la ca­rencia de puerta y torres de flanqueo, cuyas características servirían para fechar la obra, así como el desmoche de torreones y torres, que impide conocer si poseían cámaras y bóvedas, imposibilita rea­lizar un estudio de conjunto que permita con certeza situar la cons­trucción en una determinada época.

 

   La torre Norte de planta cuadrada y con aparejo de sillares, aparece como adosada a la parte media de una cortina, sin poder precisar si la unión era por contacto o por un arco volteado de dovelas de piedra, como las albarranas de la muralla Norte de Madinat al Zahahra. La planta poligonal del recinto con una regularidad solamente interrumpida por la adaptación al terreno y defensas de la puerta de acceso, que bien pudiera ser una barbacana más que un doble amurallamiento, nos inclina a suponer fuese una construcción del emirato omeya. Las cortinas con hiladas de mampuesto y ausencia total tanto de ladrillo como de hormigón, son las típicas de la cons­trucción califal en los castillos de la Sierra de Córdoba, considerán­dose que las esquinas redondeadas de la unión de cortinas, análo­gas a las del castillo almorávide de Tasgimut (Marruecos), son con­secuencia de una reconstrucción del siglo XI o mediados del XII, época en que los musulmanes construyeron y reforzaron muchas fortificaciones, para defenderse de las frecuentes y cada vez más peligrosas algaras de las fuerzas cristianas.

 

EVOLUCIÓN HISTÓRICA.

 

   Las  primeras referencias escritas datan de la época árabe, al estar identificado por F. Hernández, E. Terés[2], Mª D. Gordón[3], R. González Fernández[4] y A. Arjona Castro[5] con el castillo de Malbal (Malapié),  y el río (nahr) Malbal  con el río Tortillo o Retortillo como se le conoce actualmente. Al-Idrisi sitúa el castillo de Malbal entre Qarya Sadif (Peñaflor) y madinat Furnuyulush (Hornachuelos)[6].

 

   Saavedra[7] opina que el río Melbal es el Bembézar y el castillo de Melbal el castillo de Névalo, pero se trata de un error ya que la localización del mencionado castillo de Névalo en el interior de Sierra Morena, se halla extremadamente alejado del camino de Córdoba a Sevilla. Siendo más acertada la identificación con el castillo de Toledillo dadas por los otros autores. Fonéticamente Malapiel, como se conoce a la dehesa y también al castillo, derivaría de Malbal por diptongación de la última sílaba. Di­cha evolución sería pues: Malbal = Malabal = Malapal = Malapiel. 

 

   Tras la conquista cristiana de la zona en 1.241, Femado III dona a la Orden del Hospital y a su prior en Castilla y al comendador de Consuegra el 6 de marzo de 1.249   los castillos de Setefilla, Almenara y el de Lora con su villa, y los castillos de Malapiel, Peñaflor y Alcolea, determinando los límites con los términos colindantes[8]. El 4 de diciembre de 1.282 Sancho IV confirma la donación hecha a la Orden y el 1 de septiembre de 1.317 la confirma Alfonso XI[9].

 

   La inestabilidad política que se instaura en el reino de Castilla desde la muerte de Fernando IV en 1.312,  hará que la nobleza castellana, ansiosa de poder, se agrupe en los distintos bandos de las intrigas políticas acaecidas durante la primera mitad del siglo XIV, con el objetivo de conseguir prestigio y posesiones. Esto determina los cambios de titularidad que se observa en el heredamiento y castillo de Malapiel durante este siglo. Por el documento de donación del Obispo de Córdoba don Juan Fernández Pantoja al Cabildo Catedral de dicha Ciudad, de los heredamientos de Aznaviada con su castillo, Malapiel con el castillo de Toledillo, Fuente de la Higuera, y diferentes pedazos de tierra realizado el 31 de marzo de  1.397[10], podemos desvelar parte de los cambios ocurridos en este siglo. En este instrumento de donación, además de las lindes del heradamiento, se nos informa que don Juan Fernández Pantoja compró  el heredamiento de Malapiel con su castillo de Toledillo a Miguel Ruys, tesorero del rey en Andalucía, y que este a su vez los compró a ciertas personas que las vendieron por mandato del rey, según constaba en la carta de compra, que desgraciadamente no se conserva para aclarar los nombres de estos primeros poseedores, a los que el rey obligó a vender a Miguel Ruys en la segunda mitad del S. XIV como compensación a algún favor a la persona del rey. Los acontecimientos a los que se está refiriendo el obispo de Córdoba son los debidos a la guerra civil entre Pedro I y Enrique II. Miguel Ruys fue tesorero de Enrique II, al que benefició con la compra de los heredamientos de Aznaviada y Malapié, obligando a sus anteriores poseedores a venderla  como castigo por el apoyo dado en la contienda civil a Pedro I. Estos primeros poseedores habrían sido beneficiados con la posesión de los heredamientos en perjuicio de la Orden de San Juan, probablemente en tiempos de Alfonso XI por alguna ayuda prestada al monarca o la corona.

 

   La posesión del castillo de Toledillo en manos del obispado de Córdoba tendrá repercusiones sobre la zona durante las contiendas dinásticas del siglo XV. La guerra civil entablada entre el Infante don Alfonso y Enrique IV (1.465-68) crea la división entre la nobleza dirigente en la ciudad de Córdoba; siguen al Infante don Alfonso el Conde de Aguilar, Pedro Girón y Fadrique Manrique, defensores de Enrique IV serán el Obispo Solier, el Conde de Cabra y su yerno Luis Portocarrero, señor de Palma y Almenara.[11] Tanto un bando como otro se apoderan violentamente de las fortalezas y villas propias del Con­cejo de Córdoba. El obispo trata de poner paz entre los bandos, consiguien­do que el 6 de Noviembre de 1467 firmaran una tregua que duró hasta agosto de 1468, fecha en la que el conde de Cabra y sus seguidores regresan a Córdoba, pero el Conde de Aguilar se negó a entregar el Alcázar y la Ca­lahorra, estipulado en la tregua, abandonaron la ciudad y con ellos el obis­po que se fue al castillo de Tolédillo. Don Alonso de Aguilar asaltó e in­cendió el palacio episcopal y puso en prisión a eclesiásticos y seglares, por lo que el obispo desde el castillo de Toledillo, le excomulgó y puso entredicho en la ciudad[12]. Con la concordia de Guisando se establece la paz entre los bandos, el rey  ordenó la restitución  mutua de villas y castillos conquistados y la destrucción de muchas fortalezas, y el obispo vuelve al palacio episcopal.[13]

 

   El fallecimiento de Enrique IV que había desheredado a su hija Isabel, supone el inicio de una nueva contienda civil entre las infantas Isabel y Juana, lo que desencadenará una nueva división de la nobleza en dos bandos. El obispo Solier partidario de doña Isabel, sufrirá las escaramuzas y enfrentamientos del bando capitaneado por don Alfonso de Aguilar, partidario de doña Juana, quien de nuevo expulsa al obispo que se vuelve a refugiar en su castillo de Toledillo en 1.473. Diego de los Ríos veinticuatro de Córdoba y alcaide del castillo de Toledillo tenía tomada y ocupada la dehesa de Vegezuelo  en Peñaflor. Esta situación se debe al cambio de bando ejercido por el Condado de Palma, que si bien inicialmente apoya la causa isabelina por el matrimonio con Beatriz Pacheco, hija del Conde de Cabra, tras su fallecimiento en 1.472,  el casamiento de Luis Portocarrero con Francisca Manríquez, hija de Fadrique Manríquez (Casa de Aguilar) supone el apoyo de la Casa de Palma a la causa de la infanta Juana [14], contrario al Obispo Solier. La consecuencia objetiva a es la manifestación de que Peñaflor aún se encuentra aún bajo la esfera de influencia de Luis Portocarrero. Tras el fallecimiento de Fadrique Manrique en 1476, Luis Portocarrero libre de los lazos que le atan al bando de la infanta Juana, se inclinó definitivamente por la infanta Isabel[15]. A pesar de ello y de la muerte del obispo Solier en 1.475,  no terminan las desavenencias, pues el alcaide de Toledillo mantiene usurpada la dehesa del Veguezuelo hasta que en junio de 1.477 Diego de Rojas, en nombre del Juez de términos de Córdoba, deslinda y amojona la tierra, dehesa y pastos de Veguezuelo, de realengo y baldío de la ciudad de Córdoba, ordenando su devolución para el uso y disfrute de los vecinos de Peñaflor[16].

 

   Las estancias prolongadas del obispo de Córdoba en el castillo de Toledillo durante estas contiendas, hace suponer que se encontraba bien pertrechado en cuanto mobiliario y confort como para acoger a una dignidad tan alta como el obispo de Córdoba. Por desgracia no ha quedado ningún documento de inventario de bienes del castillo.

 

   Para la toma de posesión del nuevo alcaide, don Luis Venegas,  en noviembre de 1.482, el Cabildo Catedral de Córdoba libra la cantidad de 600 maravedises, importe de la costa de ir a tomar posesión del castillo, así como 200 maravedises para el notario Pedro Cabreros por su trabajo en esta toma de posesión[17]; y acuerdan como salario anual veinte mil maravedises, veinte cahices de pan terciado,  dos partes de trigo y una de cebada, cien arrobas de vino y diez arrobas de aceite cada año[18]. Esta retribución tan ventajosa tuvo que estipularse ante la dificultad de encontrar persona idónea para desempeñar este cargo en zona tan conflictiva durante el siglo XV, como ocurriría nueve años antes en Puebla de los Infantes, cuando el 19 de enero de 1.473 el Concejo de puebla de los Infantes informa al Concejo de Sevilla, de que no hay nadie dispuesto a hacerse cargo de la guarda del castillo y la fortaleza del lugar[19].El 5 de marzo de 1.474 vuelve a informar a Sevilla que días antes el castillo del lugar fue atacado por Alfonso de León y otras gentes de Córdoba, siendo rechazados todos pero pide ayuda para mantener la fortaleza.[20].

 

  El señor de Palma, Dº Luis Portocarrero, rico, poderoso e influyente, quiso ampliar sus dominios iniciando gestiones de compra a finales de 1.493 de la fortaleza y heredamiento de Toledillo que lindaba al oeste con su posesión de Almenara, y por el norte con sus posesiones donde estaba recién creado el monasterio de San Luis del Monte. Enterado el Concejo de Córdoba, reclama a la corona su oposición.   Los Reyes Católicos para limitar el creciente poderío de la nobleza cordobesa, prohibieron por documento fechado en Santa Fe el 4 de mayo de 1.492 a los caballeros del reino de Córdoba, comprar heredamientos, dehesas, etc..., lindantes con sus posesiones, villas y lugares, a fin de impedir que se apropien de la jurisdicción y señorío de dichos heredamientos.[21]. En virtud de este decreto los Reyes Católicos el 4 de febrero de 1.494 una carta a don Luis Portocarrero en la que mandan no compre al Obispo y Cabildo de Córdoba la fortaleza y heredamiento de Toledi­llo[22]. El Obispo de Córdoba, don Iñigo Manrique, recurre a los reyes exponiendo que él y su mesa episcopal poseen escrituras, títulos y privilegios según los cuales sus dehesas de Malapiel y Aznaviada no se ven afectada por la pragmática dictada por ellos en 1.492[23]. A pesar de los problemas se efectuó la venta y don Luis Portocarrero puso como alcaide del castillo a  don Luis de Cervantes. El 21 de febrero de 1.497 los reyes Católicos envían una carta al Corregidor de Córdoba, Alfonso Enrriques, en la que manifiestan que informados por el Obispo y el Concejo de Córdoba de la situación que el Castillo de Toledillo está tomado por el Señor de Palma Luis Portocarrero, le ordenan que valla al Castillo de Toledillo y que Luis de Cervantes, alcaide del Toledillo puesto por Luis Portocarrero, se la entregue, y que envíe al Concejo Real los títulos y derechos del castillo y dehesa del Toledillo para su estudio[24]. El 10 de abril  los Reyes Católicos mandan al Corregidor de Córdoba tome y tenga el cas­tillo de Toledillo[25].  El procurador de Portocarrero reclama ante el Consejo real la medida adoptada de devolución del Castillo de Toledillo al obispo de Córdoba, pues los heredamientos en litigio los había tomado a censo de Sancho Maitines de Valpuesta, racionero de la Catedral de córdoba, con permiso del Señor Obispo[26]. A pesar de la reclamación el Consejo real propone a los reyes la devolución del Castillo de Toledillo y Aznaviada al Obispo de Córdoba[27].

 

   Durante el siglo XVI el castillo será utilizado en algunas ocasiones por el cabildo Catedral como prisión de canónigos[28].

 

   El último alcaide del castillo del que se tiene noticia es de  don Juan de Puertollano, que recibe una manda en el testamento del Obispo don Martín Hernández de Angulo, elaborado el 28 de diciembre de 1.516[29].

 

   En el siglo XVIII  estaba arruinado, sin alcaide ni persona para su custodia, según consta en una información realizada el 4 de noviembre de 1754 al Corregidor de Córdoba, sobre la existencia de propiedades reales en Peñaflor[30].

 

José Francisco López Muñoz.

 

DOCUMENTACIÓN Y BIBLIOGRAFÍA REFERIDA AL CASTILLO DE TOLEDILLO.

 

- Archivo Histórico Nacional, Orden de San Juan, Castilla, leg. 1, n,° 14 (carp. 568, n.° 11), orig. con transc. del XVIII. Fot. y pub.: ladero y gonzález jiménez, La Orden M de San Juan en Andalucía. «Arch, Hisp,», 1976,pp.l33-135.

- Archivo Municipal de Carmona, leg. 26, en confirmación de Sancho IV. Traslado del XV. AHN, cop. del XVIII. Provisiones reales, siglos XIII-XV, copia simple del siglo XV. Pub.: Colección diplomática de Carmona, doc. 2, Sevilla, 1.941, pp. 14-15.

- A. Monasterio de Silos, ms. 1, fols. 83r-88r, en conf. de Alf. XI, de l-sep.-1327.

- Archivo Catedral de Córdoba. Cajón N, Leg. 1. núms. 278 y 279. Cajón T, núm. 318. Pergamino de 51 cm. por 40 cm. Actas Capitulares, Tomo 4. Año 1.482.

- Archivo Municipal de Sevilla. Actas del Concejo de Sevilla. Enero-Abril, año 1.473, fol. 13. Actas del Concejo de Sevilla. Marzo, año 1.474, fol. 6B.

- Archivo Municipal de Córdoba, Sección 1ª, Series 9 y 10. docum. Nº 23, fol. 5. Sección 12, Serie 4. lea. 23, doc. núm. 1.Libro de Actas Capitulares del año 1.497.

- Castillo Guerrero, M. “La Bailía de Lora, síntesis histórica y recopilación bibliográfica de una peculiar organización político-militar en el Valle medio del Guadalquivir”. En Revista estudios locales, Lora del Río, nº 3, 1.992, p. 6.

-  Fernandez González, R.; “El castillo de Toledillo”, BRAC, n. 96 (1976), pp. 5-26.

- Terés, E. “Materiales para el estudio de la toponimia hispano-árabe. Nómina fluvial”. Madrid, C.I.S.I.C., 1.986. pág. 121.

-  Arjona Castro, A. “Córdoba, su provincia y sus pueblos en época musulmana”. Córdoba 2.003. Págs. 93-94.

- Saavedra, E.;  "La Geografía de España de al-Idrisi", Boletín de la Soc. Geográfica de Madrid, 1882, p. 19.

- M. Nieto Cumplido, Historia de Córdoba. Islam y Cristianismo. Córdoba 1.984, pp. 168-169.

- Laredo Quesada, M. A. “Andalucía en el siglo XV. Estudios de historia política”. Madrid, C.E.S.I.C, 1.973, págs. 126-128. Torres Fontes, J. “Itinerario de Enrique IV de Castilla”. Pág. 228. “Andaluicía en el siglo XV. Págs. 137, 143.

- Peña Izquierda-Portocarrero, A.R. “El linaje de los Portocarrero: De la Alta Edad Media al siglo XVI”, en ARIADNA nº 16, Palma del Río, 2.000, pág. 26.

- Navarro Martínez, E.; “El castillo de Toledillo”, en Saxoferreo Nº 3. Palma del Río 2001, pág.: 10.

- López Muñoz, A. M.; “El castillo de Toledillo”, en Boletín Informativo Municipal, Nº 4.  Peñaflor, Octubre 1983; págs.: 20-22.

- López Muñoz, J. F.; “El castillo de Toledillo. Descripción. Historia. Documentación y bibliografía”; en Castillos y arquitectura militar medieval en Peñaflor. Peñaflor, 2009. S./P.

- Parra Domínguez, L.; “El castillo de Toledillo”, en Almenara Nº 27. Peñaflor 2007, págs.: 2-3.

- Valor Piechotta, M.; "Las fortificaciones de la Baja Edad Media en la provincia de Sevilla"; en Historia, Instituciones y Documentos Nº 31. Sevilla 2004, págs.: 687-700.

 



[1] Fernandez González, R.; “El castillo de Toledillo”, BRAC, n. 96 (1976), pp. 5-26.

 

[2] Terés, E. “Materialrs para el estudio de la toponimia hispano-árabe. Nómina fluvial”. Madrid, C.I.S.I.C., 1.986. pág. 121.

[3] Gordón Peral, Mª D., “Toponimia sevillana. Rivera, sierra y aljarafe”. Excma Dip.Prov. de Sevilla, 1.995. S.v. Malapié.

[4] Fernández González, R. "El Castillo del  Toledillo", BRAC, 96 (1976), pags. 43-47.

[5]. Arjona Castro, A. “Córdoba, su provincia y sus pueblos en época musulmana”. Córdoba 2.003. Págs. 93-94.

[6] Al-Idrisi, Nuzhat al-Mushtaq, edic. Dozy, pp. 206-7 del texto árabe y pp. 254-5 de la traducción francesa.

[7] E. Saavedra, "La Geografía de España de al-Idrisi", Boletín de la Soc. Geográfica de Madrid, 1882, p. 19.

[8] A. M. Carmona, leg. 26, en conf. de Sancho IV. traslado del XV. AHN, cop. del XVIII.

A. Monasterio de Silos, ms. 1, fols. 83r-88r, en conf. de Alf. XI, de l-sep.-1327. Pub.: J. hernández díaz, A. sancho y F. collantes, Colección diplomática de Carmona, Sevilla, 1941, pp. 14-15; ladero, Arch. HispaL, 1976, pp. 135-136. J. gonzález. Remado y Diplomas de Fernando III, Córdoba, 1.986, pp. 346-348.

[9] Archivo Municipal de Carmona. Provisiones reales, siglos XIII-XV, copia simple del siglo XV.

Pub.: Colección diplomática de Carmona, doc. 2, Sevilla, 1.941, pp. 14-15.

[10] Archivo Catedral de Córdoba, Cajón T, núm. 318. Pergamino de 51 cm. por 40 cm.

Publ: R. Fernández González, El Castillo de Toledillo. Bol. Real Academia Historia de Córdoba. Nº 96. Córdoba, 1.976, pags. 43-47.

[11] M. Nieto Cumplido, Historia de Córdoba. Islam y Cristianismo. Córdoba 1.984, pp. 168-169.

[12] R. Ramírez de Arellano. Historia de Córdoba. T. IV, .pp. 224 y 225. R. Fernández González, El castillo de Toledillo. B. Real Academia de Córdoba, Nº 96, 1.976, p. 26.

[13] Laredo Quesada, M. A.. “Andalucía en el siglo XV. Estudios de historia política”. Madrid, C.E.S.I.C, 1.973, págs. 126-128. Torres Fontes, J. “Itinerario de Enrique IV de Castilla”. Pág. 228.

[14] Peña Izquierda-Portocarrero, A.R. “El linaje de losPortocarrero: De la Alta Edad Media al siglo XVI”, en ARIADNA nº 16, Palma del Río, 2.000, pág. 26.

[15] Laredo Quesada, M.A. “Andaluicía en el siglo XV. Págs. 137, 143.

[16] Archivo Municipal de Córdoba. Sección 12, Serie 4. lea. 23, doc. núm. 1.

[17] Archivo Catedral de Córdoba. Actas Capitulares, Tomo 4. Año 1.482. Cit.: R. Fernández González, El Castillo de Toledillo, B Real Academia Córdoba, nº 96, 1.976, p.31.

[18] Archivo Catedral de Córdoba. Actas Capitulares, Tomo 4. Año 1.482. Cit.: R. Fernández González, El Castillo de Toledillo, B Real Academia Córdoba, nº 96, 1.976, p.31

[19] Actas del Concejo de Sevilla. Enero-Abril, año 1.473, fol. 13. R. Fernández González, El Castillo de Toledillo. Bol. Real Academia Historia de Córdoba. Nº 96. 1.976, p. 30.

[20] Actas del Concejo de Sevilla. Marzo, año 1.474, fol. 6B. R. Fernández González, El Castillo de Toledillo. Bol. Real Academia Historia de Córdoba. Nº 96. 1.976, p. 30.

[21] Registro General del Sello. Vol. IX, nº 1.431.

[22] Archivo Municipal de Córdoba, Sección 1.a. Serie 10, doc. núm. 9. Publ: R. Fernández González, El Castillo de Toledillo. Bol. Real Academia Historia de Córdoba. Nº 96. 1.976, p. 47

[23] Archivo Municipal de Córdoba. Sección 1, Serie 10, doc. núm. 10. Publ: R. Fernández González, El Castillo de Toledillo. Bol. Real Academia Historia de Córdoba. Nº 96. 1.976, pp. 43-47.

[24] Archivo General de Simancas. Registro General del Sello, VIII, 1.497, fol. 41. Fernámdez González, R. “El Castillo de Toledillo”. Boeletín de la Real Academia de la Historia de Córdoba. Nº 96, 1.976, pp. 33-34.

[25] Archivo Municipal de Córdoba. Libro de Actas Capitulares del año 1.497. Fernández González, R.  “El Castillo de Toledillo”. Bol. Real Academia Historia de Córdoba. Nº 96. 1.976, pp. 47-49.

[26] Archivo General de Simancas. Registro General del Sello, VIII, 1.497, fol. 41. Fernández González, R.” El Castillo de Toledillo”. Bol. Real Academia Historia de Córdoba. Nº 96. 1.976, pp. 43-47.

[27] Archivo General de Simancas. Registro General del Sello, VIII, 1.947, fol.41. Fernández González R. , “El Castillo de Toledillo”. Bol. Real Academia Historia de Córdoba. Nº 96. 1.976, pp. 43-47.

[28] Archivo Catedral de Córdoba. Libro de Actas Capitulares, tomo VII, acta de 1 de Febrero de 1510. Fernández González, R.. “El Castillo de Toledillo”. Bol. Real Academia de Córdoba, Nº 96, 1.976, p.55.

[29] Archivo Catedral de Córdoba. Cajón N, Leg. 1. núms. 278 y 279. Fernández González, R. “ El Castillo de Toledillo”. Bol. Real Academia Historia de Córdoba. Nº 96. 1.976, p. 41.

[30] Archivo Municipal de Córdoba, Sección 1.ª, Serie 10. docum. Nº 23, fol. 5.

 

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