El castillo de Peñaflor es una construcción defensiva bajo medieval que en sus estructuras conservadas obedece a las épocas musulmana y cristiana (está catalogado como de construcción almohade, en el siglo XII), aunque el potencial del yacimiento y la cerámica de superficie hacen preveer la existencia de un edificio fortificado  en el lugar desde épocas anteriores[1].

 

Está asentado en el extremo suroeste de una pequeña meseta de las últimas estribaciones de Sierra Morena, en el interior de la población (frente al yacimiento arqueológico de la ciudad romana de Celti), que en dirección norte-sur va descendiendo suavemente al río Guadalquivir, con escasa pendiente  en las zonas norte y este que son las más accesibles ante un ataque, en contraste con las más pronunciadas pendientes de los flancos sur  y oeste por donde dis­curre el arroyo Moreras, que es foso y protección natural del castillo por este último lado. En esta misma meseta se encuentra ubicado el recinto amurallado de la Morería, del que este castillo constituye un pequeño alcázar.

 

Sus coordenadas geográficas son 37º 42' N, 5º 20' O. Situado en el casco histórico del pueblo, está rodeado de edificios y lugares singulares de interés patrimonial: así encontramos al  sur la iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol[2], la calle Cuevas[3] al oeste, la Plaza de la Constitución  y calle Cruz de Morería al este y la plaza de Avenzoar al norte[4]; el arroyo Moreras al oeste discurre próximo al recinto y servía de protección natural de la fortaleza. Sobre las laderas donde se alza el castillo, especialmente los lados oeste y sur, se encuentran hipogeos romanos y cuevas excavadas sobre la roca, reutilizados desde la antigüedad hasta la actualidad como viviendas-cueva, con especiales características antropológicas[5].

 

Respecto a los principales medios de comunicación, hemos de tener en cuenta que está asentado junto a la carretera SE-140 de Peñaflor a la Puebla de los Infantes, posiblemente la fosilización de la antigua calzada romana que pasando por Celti unía las ciudades romanas de Astigi (Écija) y Emerita (Mérida), y al pie del camino romano y andalusí de comunicación entre Córdoba y Sevilla por la margen derecha del Guadalquivir.

 

Estas favorables circunstancias geográficas y de comunicación han hecho del lugar una inmejorable situación de asentamiento humano desde la prehistoria, como lo demuestra su contigüidad al yacimiento arqueológico de Celti[6], mostrando evidencias de hábitat continuado al menos desde el siglo VIII a. C. (Bronce Final) hasta la actualidad.

 

Está sujeto a protección patrimonial bajo la Declaración genérica del decreto del 22 de abril de 1949, y la ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español. La Dirección General de Bienes Culturales de la Junta de Andalucía declaró B.I.C. al castillo de Peñaflor, inscribiéndolo en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz el 25 de junio de 1985. En el año 1993 la Junta de Andalucía otorgó reconocimiento especial a los castillos de la Comunidad Autónoma de Andalucía.

 

Este castillo forma parte junto con los de Almodóvar, Moratalla, Palma del Río, Lora del Río, Alcolea, Algarín, Setefilla, Almenara, Puebla de los Infantes, Malapiel o Toledillo, Hornachuelos y las torres de Villadiego, y la desaparecida de Vega de las Dueñas, de una línea defensiva que controlaba desde antiguo tanto las rutas terrestres y fluvial entre Córdoba y Sevilla, como las vías pecuarias trashumantes entre la campiña andaluza y los territorios manchegos a través de los estrechos valles de Sierra Morena. Red de fortificaciones cuya localización obedece, además de las estrictas razones geográficas,  a la defensa de estas vías de comunicaciones y de las poblaciones donde se asientan, buscándose a la vez zonas estratégicas y tierras fértiles para el asentamiento. Es por ello que no se encuentran en los riscos más elevados e inaccesibles para controlar todo el territorio (salvo el caso del castillo de Almodóvar del Río), aunque están situados normalmente en el punto más alto que ocupa la población o la zona y suele existir comunicación visual entre ellos, aunque existen a veces cumbres de mayor altitud en los alrededores.

 

 

DESCRIPCIÓN DEL CASTILLO DE  PEÑAFLOR.

 

Está asentado al suroeste de una elevación natural de piedra caliza metamórfica,  una meseta que consiste en una plataforma baja en la orilla norte del Guadalquivir, paralela a la plataforma donde se asienta el yacimiento arqueológico de Celti (de la que se halla separada por el mencionado arroyo Moreras). La altitud  máxima de esta plataforma varía desde los 5 metros en la calle Cuevas, algo más de 5 metros en la calle Torno Iglesia, dos metros y medio en la calle Cruz de Morería y estando casi a nivel en la zona norte donde se situaba la entrada.

 

El estado actual del castillo es el resultado de un lamentable estado de abandono durante siglos, que lo han reducido a unos 78 metros de lienzos de muralla en mal estado de conservación (21 ms. en lienzo este, 33 ms. en lienzo oeste y 24 ms. en lienzo sur), con total ausencia de torres, puertas y ventanas que ayuden a fechar cronológicamente las distintas reformas sufridas durante la Edad Media. El recinto ha sido utilizado desde su amortización como lugar de defensa, al menos desde el siglo XVII, para la construcción de viviendas, por lo que se presenta en la actualidad cubierto de casas tanto en su interior como en el exterior del recinto. El acceso se realiza desde la Plaza de Avenzoar a la calle Castillo, ésta última supone realmente el interior de la fortaleza.

 

Tiene forma poligonal de un rectángulo irregular, casi triangular, adaptado a la orografía del terreno, con el lado norte reducido prácticamente a la puerta de acceso. De las únicas torres del recinto que se tiene constancia son: una posible torre cuadrangular en el ángulo sureste (¿torre del homenaje?), un torreón cilíndrico adosado a la esquina suroeste (que persiste muy demolido) y dos pequeñas torres cuadrangulares sobre la puerta de entrada al norte (desaparecidas).

 

El material constructivo predominante es el tapial, que presenta diferentes módulos constructivo, distinta composición en la argamasa y diversas soluciones empleadas, según fruto de distintas restauraciones; así en los lados sur y oeste  se observan los módulos típicos de época almohade con ligeras modificaciones (entre 0.80m y 0.90 m de altura y 2.25 y 2.50 m de longitud. AZUAR 1981 y 1989), reutilizando como base varias hiladas de sillares de piedra arenisca de época romana en algunos tramos; durante la época cristiana se sigue utilizando el tapial pero con un módulo diferente al de época almohade (0.80m de altura y 0.50 m entre los mechinales, de menor longitud[7]), con una argamasa más deleznable y mayor cantidad de zahorra compuesta por cantos rodados de río y fragmentos  de ladrillos en el muro este; también está atestiguada la mampostería  en el lado sur, descrita por los mayores oralmente en la posible torre que comunicaba a la plaza de la Constitución, situación que también observamos en la torre del homenaje del castillo de Toledillo [8].

 

Lado Este.

Entrando por la Plaza de Avenzoar a la calle Castillo, al lado izquierdo encontramos un lienzo de muralla de unos 21 metros de longitud, con un grosor entre metro y metro y medio de anchura, según desgaste, y una altitud no superior a los 2 metros y medios respecto al nivel de la calle, que por su parte externa es medianera a la parte trasera de la hilera de casa de la calle Cruz de Morería. Presenta varios tramos:

a) Unos 3 metros 65 cms, enlu­cido con cal y rematado por un pico triangular de ladrillo y cal. Hace la función de pared medianera con los patios de las casas que están más bajas por la parte externa en la calle Cruz de Morería.

b) Le siguen 10 metros 45 cms de muralla al descubierto en bastante mal estado, realizado en tapial de barro compactado con cal, abundantes cantos rodados de gran tamaño y cerámica machacada (en la actualidad está enlucida y sólo queda como testigo un fragmento de un metro de anchura aproximadamente). Según vecinos de la calle la muralla llegó a tener hasta 4 metros de altitud, pero que por demolición en una actuación municipal en la década los años 50 por acusar derrumbamiento, quedó reducida a los 2 metros y medio actuales[9]. En medio de este trozo aparece una apertura rectangular a 1 metros 75 cms del suelo y de unos 3 metros 70cms de longitud.

c) A continuación unos 7 metros de muralla enlucida  en cemento de unos 2 metros de altura, no llega hasta el final de la calle y según tradición oral a partir de esta esquina existía una salida desde el castillo hacia la Plaza de la Constitución: sobre una base cuadrangular de tapial forrada de mampostería seguían en talud  dos plataformas, no muy altas ni anchas, de sillares de caliza en forma de pico o triangular (que podrían estar haciendo alusión a la cimentación y primeros niveles de una torre cuadrangular y la compactación, nivelación y adecuación del terreno para recibirla, ¿la torre del homenaje?).

 

  

Para el estudio de este lienzo de muralla desde la parte exterior es necesaria su observación desde varias casas particulares de la calle Cruz de Morería:

 

- Casa nº 9. Pared del fondo la constituye la cantera caliza con una longitud aproximada de entre 10 y 12 metros de longitud, se encuentra enlucida la mayor parte de ella, por lo que no se puede precisar su longitud exacta. La altura máxima observada es de 3 metros 10 cms, y la mínima de 2 metros 80 cms. Aparecen sobre esta cantera en el lado izquierdo 4 metros de longitud de muralla con unos 3 metros de altura. No aparece muralla desde estos 4 metros hasta la casa an­terior. La tradición sitúa en este lugar, en el lado derecho, el acceso desde la plaza de la Constitución con la parte interior del castillo. Las plataformas de sillares descritas por los mayores han desaparecido para dar lugar al patio de la casa.

 

- Casa nº 11. Cantera y muralla se encuentran sin enlucir y en su estado original. La cantera tiene una longitud de 12 metras 60 cms y su altitud es desde 2 metros 60 cms hasta los 3 metros. La muralla tiene una altitud aproximada de algo más de 2 metros y se presenta a lo largo de toda la cantera.

 

- Casa nº 13. Continuación de cantera y muralla de la casa anterior hacia la Plaza de Avenzoar. Presenta unos 16 metros 50cms de longi­tud de cantera por unos 2 metros y medio hasta descender paulatinamente hasta coger el nivel de la plaza. De los 16 metros es posible que sólo los 3 metros 65cms que aparecen enlucidos en la parte interior del castillo pertenezcan a esta casa, pues es difícil averiguarlo por encontrarse totalmente enlucidas la muralla y la cantera formando parte de la pared del fondo.

 

La casa n 9 constituye junto con la casa n 7 de la Plaza de la Constitución la esquina de la cantera, hoy aparecen desprovistas de muralla por su demolición en las obras realizadas en la segunda mitad del siglo XX, dándose la circunstancia que las segundas plantas de ambas casas se encuentran apoyadas sobre la. plataforma pétrea que soportaba la fortaleza.

 

Lado Oeste.

 

En el lado derecho del muro descrito anteriormente se encuentra otro lienzo de muralla, constituyendo parte de los muros posteriores de la hilada de casas de la calle Castillo. Constituyen unos 33 metros de muralla de unos 2 metros de espesor, y de mayor altitud que el lado este,  pues se conservan hasta 4 metros 78 cms. Las características constructivas son similares al anterior, pero observándose menor cantidad y menor tamaño en los cantos rodados integrados y mayor calidad de la argamasa. Para su estudio desde el interior es necesario acceder a las siguientes casas:

 

- Casa nº 6. En la pared posterior tiene la casa unos 8 metros de longitud de muralla con algunos tramos enlucidos y unos 4 metros 78 cms de altura.  Presenta una oquedad a metro y medio del suelo con ausencia de muralla.

 

- Casa nº 8. La pared posterior del patio la constituye la muralla. Presenta un primer tramo de 3 metros de muralla de 4 metros 78 cms de altura, continuación del tramo anterior pero con un cambio de dirección hacia el oeste A continuación un corte hasta el nivel de la cantera donde no hay muralla; le siguen otros 3 metros de muro con unos 3 metros de altura, continuando por la parte izquierda con la casa siguiente. No está enlucida pero presenta un tramo blanqueado.

 

- Casa nº 10. Presenta bastante dificultad por estar enlucida totalmente toda la muralla, que constituye toda la pared posterior de la casa, unos 5 metros en total. En una habitación sobresale el arranque de una pared transversal, realizada en sillares de piedra caliza de 58 cms de ancho, 75 cms de largo, y unos 3 metros de altura, que corresponde a la fosilización de estructuras internas del castillo, ya que el resto de la casa es de tapial y no responde a ningún elemento actual o pasado de la estructura de la casa. Podría corresponder a un muro de diferenciación entre la plaza de armas del castillo, al norte, y la zona habitacional donde se ubicaría la torre del homenaje y otras estructuras al sur.

 

- Casa nº 12. Unos 3 metros de muralla se hallan integrados en la parte posterior de las habitaciones del lado oeste de la casa. Presenta un trozo interesante de muralla por estar completamente descubierta formando la pared derecha del patio, son unos 9 metros 20 cms de largo, fluctuando de unos 3 metros y medio a 4 metros de altura. La anchura de la muralla viene a ser aproximadamente de unos 2 metros, aunque es difícil de estimar por el desgaste. Constituye la unión con el lado sur, que se realiza a través de un pequeño torreón cilíndrico perfectamente apreciable desde el patio de la casa pero muy desgastado. En una restauración de este tramo realizada en 2009, parece se ha obviado el torreón cilíndrico, adelantando paramentos rectos hasta casi la esquina donde debía estar el arranque circular del torreón.

 

Su exterior es visible desde la calle Cuevas debido a la altura respecto al nivel de ésa calle (unos 5 metros), que a pesar de estar las casas adosadas sobre el muro rocoso no lleguen a ocupar la muralla. Estas casas presentan la particularidad de presentar cuevas artificiales excavadas en la cantera (ya comentado anteriormente). Se aprecian dos tramos de muralla por existir un corte de unos dos metros que coinciden con el corte observado en la casa n 8 de la calle Castillo. El primer tramo, de mayor altura y de unos 13 metros de longitud, viene paralelo a la calle y presenta un peque­ño desvío hacia fuera siguiendo la forma de la cantera. Le sigue el corte mencionado y a continuación el segundo tramo, de aproximadamente unos 20 metros de longitud y  4 metros de altura; toda la cerca es entera de tapial.

 

 

Fotos antiguas de distintos aspectos de la cantera y la muralla del lienzo oeste del castillo de Peñaflor.

Lado Sur.

 

Al fondo, frontalmente a la entrada lo la calle Castillo, sobre unos 45 metros de can­tera existen unos 18 metros de muralla de entre los 4 y 5 metros de altura (según desgaste), que por su parte externa son visibles desde la calle Torno Iglesia (“Patinillo”).

 

  

 

 

Este lienzo de unos 18 metros de longitud, es el que mejor se conserva y aprecia por no estar adosado a ninguna casa. Interiormente puede verse entre la casa nº l2 de la calle Castillo y dentro de un solar a continuación, que actualmente es de propiedad municipal.

 

Casa nº l2. Constituye la pared frontal del mismo patio donde describimos anteriormente el último trozo de muralla del lado oes­te o derecho, se une a este lienzo formando entre ambos una esquina redondeada, con todos los indicios de existir un pequeño torreón cilíndrico, siguiendo la trayectoria de la cantera. La argamasa de este lienzo es de mayor calidad que el anterior, estando ausentes los cantos rodados observados en la zahorra de otros muros, utilizando para su compactación la cal y cerámica triturada, entre la que es posible observar restos de terrasigillata romana. De los 18 metros del total, l0 metros 50 cms se encuentran en esta casa, con un grosor de unos 2 metros y una altitud de unos 4 metros.

 

El tramo que se encuentra a continuación en el solar municipal, es de unos 7 metros y medio, presentando las mismas características constructivas que el anterior.

 

Por su cara externa se observa desde la calle Torno Iglesia en el patio del Patinillo (antiguo cementerio), aunque desde donde mejor se observa es desde la casa nº 3 de la Plaza de la Constitución cuyo patio transcurre al pie de toda la muralla.

 

-Casa nº 3 de la Plaza de la Conatituci6n. A lo largo de toda la casa y en el lado derecho transcurren 45 metros de cantera entre los 3 metros y medio por el final de la casa hasta los casi 4 metros por la entrada de la casa. En el cuerpo superior de 1a casa aparecen unos 8 metros de muralla de tierra de escasa altura y que está incluida en la pared la­teral, bastante imprecisa de apreciar por la obra actual realizada, aunque parece que parte pudiera ser de piedra o sillares y de tierra. Le sigue un tramo de unos 2 metros en que la cantera es muy baja (no alcanzando los 2 metros sobre el nivel de la casa) y sin presentar señales de muralla. A continuación sobre 3 metros y medio de cantera según el nivel del suelo actual se levanta un lienzo de muralla entre 4 y 5 metros de altitud, del cual unos 2 metros están realizados en piedra caliza, varias hiladas en sillares cuadrangulares de apariencia romana (sin presentar la disposición de soga y tizón típicas islámica de la zona) y sobre ellos, unas hiladas en bloques pétreos rectangulares pequeños (sillarejo) e características similares a las observadas en la torre cuadrangular norte del castillo de Toledillo; sobre ésta última estructura se levantan de 2 a3 metros de muralla en tapial (según desgaste), de tierra compactada y piedras muy pequeñas. Este tramo presenta un ángulo hacia dentro sobre su mitad en el lado izdo. Desde este lugar también es posible observar la esquina que hace con el tramo de muralla del lado dcho. del recinto antes descrito.

 

Lado Norte.

Esta parte de la fortaleza se encuentra totalmente desmontada, no quedando rastro visible de ella. Por su situación y facilidad de comunicación es fácil observar que en este punto se encontraba la puerta de entrada, con acceso hacia el sur a través de la calle Cuevas, al arroyo Moreras desde la calle de la Fuente y hacia el norte por la plaza de Avenzoar. Debía ser también el punto de conexión con el recinto amurallado que envolvía  la Morería.  La defensa de la puerta debió ser a través de una doble torre, debido a que este es el punto más débil y vulnerable del recinto, por encontrarse casi a nivel del suelo. Una doble barbacana paralela a la calle cuevas, como existió en el castillo de Toledillo, sería otro punto de defensa desde el sur de la entrada.

 

Por varios documento fotográfico de la entrada al castillo en el año 1960, antes de su transformación actual, se observa a la derecha de la entrada del castillo un basamento cuadrangular de piedra, de unos tres metros aproximadamente, que constituyen los cimientos de una posible torre cuadrangular, donde se podría ubicar la puerta de acceso como ocurre en el castillo de Belmez[10], Fregenal de la Sierra[11] o el de Bujalance[12], aunque la altura de macización parece indicar se trata de una torre maciza en la planta inferior para proteger la puerta lateralmente, como ocurre en los castillos de las Aguzaderas (Coronil), Alanís[13], Constantina[14], Priego de Córdoba[15], Santaella[16] y el desaparecido alcázar de la Puerta de Sevilla en Carmona. Pero observando bien la fotografía se comprueba que esta torre se encuentra en paralelo al edificio actual  en el lado izquierdo de la calle, en el que también se ve una cimentación pétrea sobresaliente, base probablemente de la segunda torre de defensa de la puerta. Las características del actual edificio, también de aspecto cuadrangular hacen sospechar que fue levantado sobre la cimentación de una segunda torre, entre las cuales se encontraba la entrada, como ocurre en el castillo de Baena en sus dos puertas de Levante y de la Placeta[17], en el castillo de Cumbres Mayores[18] y en el desaparecido alcázar de la Puerta de Córdoba en Carmona. Esta solución de situar la puerta de entrada entre dos torres es también bastante utilizada en los recintos amurallados de villas y ciudades, como se pone de manifiesto en la Puerta de Sevilla o Arco de la Rosa en Marchena, la Puerta de Almodóvar en Córdoba, o la puerta de Córdoba en Carmona.

 

 

 

 

En función de estos datos es posible una reconstrucción ideal de la puerta de acceso, con características similares a las observadas en los otros castillos de la región mencionados.

 

 

EVOLUCIÓN ARQUITECTÓNICA DEL EDIFICIO.

 

A pesar de la falta de excavaciones y datos concluyentes, todos los datos arqueológicos conocidos apuntan hacia la existencia de una pequeña posición fortificada preislámica sobre la meseta, fruto de la evolución histórica en el periodo tardorromano (como respuesta a la situación de inestabilidad política y social del momento) ya que este castillo está situado extramuros al sueste de la ciudad romana de Celti, lugar donde se sitúa un barrio cristiano en el periodo bajoimperial romano en las antiguas zonas de necrópolis junto al camino de Córdoba a Sevilla[19], que con el tiempo desplazará como núcleo principal de la población a la propia ciudad romana, quedando ésta relegada a barrio periférico (llamado como barrio de las columnas durante el periodo árabe por la pervivencia de los restos de columnas de algunos edificios civiles y religiosos)[20].

 

Durante el periodo visigodo se conserva la división administrativa romana de la antigua ciudad de Celti, pero dependiente de la jurisdicción del obispado de Astigi (probablemente fruto de las reformas administrativas provinciales efectuadas por Dioclesiano), como lo pone de manifiesto el canon II del II Concilio visigodo de Sevilla del año 619, donde un litigio territorial sobe el control de una iglesia rural entre Regina (dependiente del obispado de Córdoba) y Celti (dependiente del obispado de Astigi) confirma para esa época los límites territoriales al norte de la antigua ciudad romana celtitana[21]. Esta circunstancia hace que en los primeros siglos de dominio islámico, en que se mantiene la estructura visigoda, se conozca el término como distrito (iqlim) de al-Çadif  y a la población como Mudawwar al-Sadaf  o al-Çadif (donde se localizaban 8 castillos, 8 torres y 18 aldeas)[22]. Siendo al-Sadaf  o al-Çadif la posible transcripción fonética al árabe de la palabra latina Celti[23]. Tras la reforma administrativa de la zona para el control fiscal y militar por parte del califato de Córdoba, se produce un desarrollo urbano importante del inicial núcleo cristiano poblacional surgido extramuros, dando lugar al conocimiento de la población como Binnash (Peñas), en clara alusión a la realidad geográfica que supone la existencia habitacional en las dos mesetas separadas por el arroyo Moreras, la de Celti al oeste y la nueva población al este. De esta dualidad poblacional nos informan los textos árabes en el siglo VIII cuando Abd al-Rahman I sofoca numerosas rebeliones en Al-Ándalus, en una de ellas en 1 de octubre de 771,  vence a los rebeldes en la batalla del río Bembézar tras acampar en el barrio de las columnas (al-Rakunin) de Binnash (Peñaflor)[24].

 

Ibn al-Qutiya, Iftitah (pp. 31,32 del tomo y 24 y 25 de la traducción de Ribera. Arjona Castro, A. “ANALES DE CÓRDOBA MUSULMANA. (711-1008).” Córdoba 1982. Doc. 14b. Pág. 23

 

Consumada la ocupación de la zona en el periodo islámico,  es de suponer una actuación de reestructuración y reparación del edificio defensivo, tanto por parte del emirato como del califato de Córdoba como control ocupacional militar y político de esta importante área estratégica y económica cercana a la capital cordobesa; una zona además habitada por cristianos. A pesar de estas evidencias aún desconocemos datos arqueológicos concluyentes que aseveren esta hipótesis y aclaren la magnitud del entorno defensivo, aunque la estructura geométrica y poligonal del edificio junto con el torreón cilíndrico suroeste podría ser indicio de una actuación emiral,  y la existencia de una torre cuadrangular maciza adosada al muro este del recinto meridional (que podría tratarse de una torre albarrana como la del castillo de Toledillo o las albarranas de la muralla norte de Madinat al Zahahra) podría estar delatando una posible actuación califal en  la fortaleza.

 

Es a partir de la segunda mitad del siglo XII, durante el periodo almohade, cuando empezamos a disponer de evidencias documentales contrastadas que parece nos informan de estructuras reales y periodos cronológicos concretos; las diferencias constructivas de los muros de tapial conservados parecen responder, según la documentación actual, a una gran intervención almohade con posteriores reparaciones cristianas. A pesar de que en función de su componente principal los restos conservados son todos de tapial mejorado que incluye como aditivo la cal [25], se detectan varios tipos estructurales en función del árido utilizado, el tapial de grava y el tapial de cascote cerámico. Y dentro del tapial de grava se constatan diferencias entre el lienzo este, que presenta cantos rodados más gruesos, con los del lienzo sur que son más pequeños y seleccionados. El tapial de cascote cerámico está atestiguado en el muro sur, donde se ha encontrado incrustado en la argamasa un trozo de cerámica terrasigilla romana. Algunos tramos del lienzo oeste parecen responder a una técnica que mezcla ambas técnicas, pues el color rojizo de la argamasa parece denotar el empleo del ladrillo y cerámica machacados con la utilización de la grava como áridos añadidos. Parece obvio distinguir una primera intervención arquitectónica islámica en el tapial que usa como árido los cantos rodados más gruesos, por ser una solución más primitiva, (muro este)[26], seguido del tapial que selecciona el tamaño de estos cantos rodados más seleccionados y que no diferiría  mucho en el periodo constructivo entre ambos periodos (muro oeste), continuando con una época posterior en que se usa una solución mixta utilizando como áridos del tapial  tanto los cantos rodados seleccionados como la cerámica o el ladrillo machacados (muro sur) y por último las intervenciones cristianas con reparaciones en tapial con menos cal en el conglomerante de la argamasa y menores dimensiones de los cajones y el revestimiento del tapial con sillarejo de las estructuras más emblemáticas (¿torre del homenaje y paramentos más débiles?) para disuadir visualmente un posible ataque.

 

El empleo en el castillo de Peñaflor de una zahorra natural en el tapial de sus muros (los cantos rodados), elemento natural usado como árido no triturado procedente de graveras o depósitos naturales, así como el grosor de dos metros para el espesor de la fábrica en sus murallas, recuerdan a las características de construcción del periodo Taifa (1031-1096) conocidas en la muralla este del patio del Yeso del Alcázar de Sevilla (Manzano 1995, 111) similar también a las técnicas constructivas empleadas en otras murallas emirales y califales como las de Badajoz y Toledo[27],a la vez que difiere considerablemente de las técnicas constructivas de tapial empleadas en el resto de los castillos conocidos en la zona, Almenara y Toledillo. Tal vez sea necesario un análisis más exhaustivo y pormenorizado sobre las murallas de tapial de éste castillo, ya que probablemente se ha usado con demasiada facilidad su adscripción constructiva almohade por la similitud de su módulo, cuando quizás haya que retrasar en varios siglos el origen arquitectónico de los muros conservados, hacia las épocas Emiral, Califal o Taifa.

 

A mi entender y en consonancia con los conocimientos de las características estructurales y arquitectónicas de las fortalezas conocidas de la zona en los últimos años, nos encontramos ante diferencias significativas suficientes como para establecer una cronología anterior a la almohade a este recinto; nada tiene que ver el magnífico tapial acerado de la base cuadrangular y la torre octogonal del castillo de Almenara, eminentemente de características almohades, con este tapial conservado en el castillo de Peñaflor, mucho más involucionado y anterior que aquel, muy a pesar de la catalogación actual del recinto.

 

Durante el periodo cristiano es posible observar la diferencia en el módulo de la horma o cajón empleado para el tapial en reparaciones de altura en el muro este, de dimensiones más pequeñas, de una menor calidad en la dureza de la argamasa utilizada y con total ausencia de cantos rodados en la argamasa.

 

Tras la conquista cristiana, desde 1249 con su donación por Fernando III a la Orden de San Juan de Jerusalén la fortaleza se convierte, junto con las estructuras defensivas militares de la zona, en parte integrante de la frontera con el reino islámico de Granada, en la denominada Banda Morisca, con un interés estratégico militar a la vez que de repoblación y cristianización de la comarca conquistada. Es de suponer que en esta segunda mitad del siglo XIII la Orden de San Juan lleve a efecto la restauración y acondicionamiento del castillo tras las contiendas bélicas de la conquista, a la vez que la restitución del culto cristiano en la población. En este sentido hemos de tener en cuenta que a partir de ahora las amenazas bélicas vienen desde el sur, y que las estrategias de defensa varían direccionalmente por lo que es necesario un reforzamiento de los flancos laterales y sur además de mantener la defensa norte.

 

A pesar de la pronta señorialización de Peñaflor tras la conquista cristiana, la ciudad de Córdoba insistirá sobre su dominio jurisdiccional como lugar de realengo dependiente de ella, hasta conseguirlo en las primeras décadas del siglo XIV hasta principios del siglo XVI, en que de nuevo es vendida su jurisdicción por Felipe II a los Cañaverales de Córdoba. Las obras de reparación y mantenimiento de la fortaleza en este periodo corresponden a la ciudad de Córdoba, integrada en estos últimos siglos bajomedievales en el Adelantado de la frontera con el reino nazarí de Granada.

 

Las obras realizadas durante el siglo XV, han de adscribirse a la segunda mitad del siglo y principalmente al periodo de la guerra civil entablada entre el Infante don Alfonso y Enrique IV, en que Peñaflor estuvo ocupado por el Conde de Aguilar desde 1465 hasta 1469 ( en éste último año volvió bajo la jurisdicción de Córdoba); durante ese tiempo realizó reformas en los castillos de Peñaflor, Bujalance y la Rambla, que le importaron la suma de 400.000 maravedís reintegrados por la ciudad de Córdoba tras su devolución. En estas obras hay que señalar transformaciones importantes en sus estructuras arquitectónicas, como los flanqueos preparados para la artillera de fuego y los baluartes de defensa ante la innovación de la utilización de la pólvora contra el edificio, y probablemente el empleo del sillarejo forrando los lienzos de muralla que se observa en la muralla del flanco sur, así como la torre cuadrada del homenaje, como describen y recuerdan los mayores del lugar.

 

Algunos de los castillos usurpados  a Córdoba fueron demolidos en 1469, entre ellos el de Peñaflor, por lo que nos encontramos ante un edificio defensivo recién restaurado y readaptado a las nuevas necesidades de la guerra, que en un corto plazo de tiempo a la vez que es remozado es demolido. Sabemos, por la documentación conservada del periodo, que esta demolición no consistía en la devastación total del edificio, sino que se procedía a la apertura de las murallas por sus flancos más vulnerables a la vez que mejor protegidos, al desmoche y desmonte de las torres principales y sobretodo a la destrucción de su entrada con las defensas relacionadas; amortizando su valor defensivo queda el edificio inutilizado militarmente y a merced de su utilización como cantera fácil para la construcción de nuevos edificios en la población, lo que a largo plazo provocó casi su total desmantelamiento.

 

Muy probablemente ésta actuación de demolición del castillo en Peñaflor en 1469, consistió principalmente en la devastación de toda la obra nueva realizada en la segunda mitad del siglo XV, así como la inutilización de sus principales baluartes defensivos. Lo que explicaría la situación actual en que sólo se observa el edificio a nivel de algunos paramentos originales o de los primeros periodos (ya que el resto ha desaparecido reutilizado como material constructivo o fagocitado en las construcciones aledañas), o retrotrayéndonos a la época de los años 60 del siglo XX en que algunas fotografías nos muestran una de las torres de la entrada del recinto a nivel de arranque; a la memoria oral trasmitida por los más ancianos del lugar sobre la torre del homenaje en la esquina sureste, también a niveles de primeros arranques de la estructura; o el estado de destrucción actual del torreón cilíndrico en la esquina suroeste.

 

Tras la pacificación de la zona en el reinado de los reyes Católicos y la posterior conquista del reino de Granada, la zona pierde su papel defensivo estratégico, convirtiéndose parte del solar de los restos desmontados de  la fortaleza, a partir del siglo XVI, en lugar habitacional con la construcción de nuevas casas, sobretodo en su flanco oeste donde dará origen en el interior del recinto a la actual calle Castillo y sobre la ladera caliza que lo sustenta la calle Cuevas. El resto del edificio entra en una espiral de abandono y desuso en los siguientes siglos que acabará en su ruina total, deterioro paulatino y desaparición de muchas estructuras, llegando al lamentable estado actual en que lo conocemos. En parte es debido por su total asimilación habitacional dentro del desarrollo urbano de la población, con el adosamiento de casas en todos sus flancos, tanto en laderas como en murallas, que nos impide realizar una planta acertada y objetiva de su estructura arquitectónica defensiva.

 

EVOLUCIÓN HISTÓRICA.

 

La primera mención documental del castillo se sitúa hacia la mitad del siglo VIII, pero con el nombre mozárabe de Binnash (Peñas)[28], lo que presupone su existencia coetánea al nacimiento de la nueva población en la orilla izda. del arroyo Moreras, entre los periodos posclásico-visigodo y vinculado a un edificio religioso que se reutilizó en la antigua parroquia  mudéjar de San Pedro Apóstol tras la conquista cristiana[29].

 

Fernando III dona a la Orden del Hospital y a su prior en Castilla y al comendador de Consuegra el 6 de marzo de 1.249 los castillos de Setefilla, Almenara, Malapiel, Peñaflor, Alcolea y el de Lora con su villa, determinando los límites con los términos colindantes[30]. El 4 de diciembre de 1.282 Sancho IV confirma la donación hecha a la Orden y el 1 de septiembre de 1.317 la confirma Alfonso XI[31].

 

Tras la muerte de Fernando IV en 1.312 accedió al trono castellano Alfonso XI, al ser menor de edad se constituyó un periodo de regencia que supuso un periodo de inestabilidad política, intrigas y disturbios, provocados en su mayor parte por una nobleza ansiosa de poder, que se agrupó alrededor de los diversos tíos y tutores del monarca.  En esta situación de inestabilidad e intrigas  hay que situar los hechos de la confirmación a la Orden de San Juan de Jerusalén  en 1.317 de las posesiones donadas por Fernando III en 1.249, y posteriormente en 1.319 Peñaflor aparece como villa de realengo dependiente de la ciudad de Córdoba, como lo confirma el hecho de la celebración de la reunión de la Hdad. Gral. de Andalucía en la Ermita de Sta. Mª de Villadiego[32].

 

El cambio de jurisdicción civil (eclesiásticamente sigue perteneciendo a la diócesis de Sevilla) de la Orden de San Juan al concejo de Córdoba no está suficientemente aclarado. Según Nieto Cumplido[33] puede deberse a que Fernando III, una vez asegurada la frontera hacia 1245, tomo la decisión, pactada con los maestres de las Órdenes Militares, de trasladar los señoríos dados a estas Órdenes fuera del reino de Córdoba. Sin embargo en 1249 vemos confirmada y aumentada la donación a la Orden de san Juan por el propio rey Fernando III, y en los tiempos de Alfonso X las Órdenes militares vuelven a tener jurisdicción sobre el reino de Córdoba, por lo que más bien pueda tratarse de un litigio de reivindicación por parte del concejo de Córdoba, y que según parece lo gano pues en 1319 todo el término de Peñaflor se hallaba bajo jurisdicción del concejo cordobés, puesto que la Hermandad General de Andalucía sólo la conformaban los grandes concejos andaluces, y no tendría ningún sentido celebrarla en un lugar bajo jurisdicción señorial.

 

En agosto de 1.444 Juan II dona a Martín Fernández Portocarrero los lugares de Homachuelos, Peñaflor, Las Posadas y Santaella, en recompensa por la pérdida de la villa de Moguer, que había ganado Dª María Portocarrero, esposa de don Juan Pacheco, en el pleito que sobre su posesión disputaban los herederos de la casa de Palma[34]. Pero ante la resistencia del Concejo de Córdoba negándose a la enajenación de estos lugares, se le dio por equivalencia a don Martín Fernández Portocarrero, la feria de Palma, para celebrarla todos los años por San Bartolomé[35].

 

La guerra civil entablada entre el Infante don Alfonso y Enrique IV (1.465-68) crea la división entre la nobleza dirigente en la ciudad de Córdoba con repercusiones directas sobre Peñaflor y la comarca. El 27 de Abril de 1.465 Pedro Girón, Maestre de Calatrava, Fadrique Manrique y el Conde de Aguilar, defensores del Infante don Alfonso en la contienda civil, atacan las villas y castillos de Écija, Palma del Río, Peñaflor, Bujalance, La Rambla y cercaban Almenara, Monclova y Santaella[36].  Peñaflor estuvo ocupada por el Conde de Aguilar desde 1465 hasta 1469 en que volvió bajo la jurisdicción de Córdoba. Durante ese tiempo D. Alonso de Aguilar realizó reformas en el castillo de Peñaflor, Bujalance y la Rambla, que le importaron la suma de 400.000 maravedís reintegrados por la ciudad de Córdoba tras su devolución.

 

Cuando D. Alonso de Aguilar devolvió en 1469 los castillos usurpados  a Córdoba, ordenó la demolición de algunas fortalezas de las que ocupó. La ciudad de Córdoba tomó las fortalezas de Hornachuelos, Andújar, Los Marmolejos, Santaella y La Rambla, poniendo en ellas por alcaides a personas que las tuvieran en su nombre[37]. El estado destrucción en que se encuentra el castillo de Peñaflor, con ausencia de torre del homenaje, torreones y puertas, hace suponer que éste fue uno de estos castillos que Dº Alonso de Aguilar mandó demoler en 1469, tal vez este sea el motivo por el que no aparece la fortaleza mencionada entre las recobradas por el concejo cordobés, y de que no haya constancia documental de los alcaides designados para ella.

 

Peñaflor fue villa de realengo desde las primeras décadas del siglo XIV hasta las primeras décadas del siglo XVII, que fue vendida por la Corona a Dº Rodrigo de Cañaveral  y Cárdenas[38].

 

Dº Rodrigo Cañaveral y Cárdenas, Veinticuatro de Córdoba, primer Señor de las rentas reales y Alcabalas de Conquista y de Peñaflor, con la jurisdicción de esta última, casó con Mariana Portocarrero y Pacheco emparentando con los condes de Palma; Trató con Luis Antonio Fernández Portocarrero, IIIer  Conde de Palma, la venta de las rentas, jurisdicción y vasallaje de la villa de Peñaflor[39].Testó en Peñaflor el 13-8-1634 ante el escribano Pedro de Herrera. De esta unión nacerá Alonso de Cañaveral y Cárdenas Portocarrero, siguiente señor de Bodaña y de Peñaflor hasta su posterior venta a los Portocarrero. En 1.637 se produce la venta de las rentas, jurisdicción y vasallaje de la villa de Peñaflor por los Cañaverales de Córdoba a don Luis Antonio Fernández Portocarrero, IIIer  Conde de Palma[40].

 

Entre1.641 y 1.642, Doña Leonor de Guzmán, como regente y administradora del Estado de palma en nombre de su hijo, todavía continúa las pesquisas con don Juan Antonio de Cañaveral y Cárdenas, hijo de don Alonso Cañaveral y Cárdenas, para la compra y cesión de la villa de Peñaflor  a favor del Conde de Palma, con su término, jurisdicción, alcabalas y rentas, por el mismo precio que la había comprado su padre. Doña Leonor hubo de imponer la cantidad de 12.000 ducados a censo, cargándola sobre el estado y mayorazgo de su hijo[41].

 

Doña Leonor de Guzmán, como regente y administradora del Estado de Palma en nombre de su hijo, tenía tratado con don Juan Antonio de Cañaveral y Cárdenas, hijo de don Antonio Cañaveral y Cárdenas, la compra y cesión de la villa de Peñaflor  a favor del Conde de Palma, con su término, jurisdicción, alcabalas y rentas, por el mismo precio que la había comprado su padre. Doña Leonor hubo de imponer la cantidad de 12.000 ducados a censo, cargándola sobre el estado y mayorazgo de su hijo[42].

 

En fecha desconocida, años más tarde, se realiza la compra de las rentas, jurisdicción y vasallaje de la villa de Peñaflor por don Antonio Álvarez de Hinestrosa, onceno Señor de Turullote y 1er Señor de Peñaflor[43].

 

El 3 de diciembre de 1.664, por merced del Rey Felipe IV, se concede el título de Marqués de Peñaflor a don Juan Tomás Fernández de Hinestrosa, caballero de la Orden de Calatrava, hijo de don Antonio Álvarez de Hinestrosa y de doña Elvira de Aguilar, su mujer[44].

 

Al menos a partir del siglo XVII quedaría deshabilitado y en completo abandono el castillo de Peñaflor, teniendo lugar el continuo derrumbamiento de su estructura, pues en el siglo XVIII  estaba arruinado, sin alcaide ni persona para su custodia, según consta en una información realizada el 4 de noviembre de 1754 al Corregidor de Córdoba, sobre la existencia de propiedades reales en Peñaflor[45].

 

   Con la abolición de los señoríos por la constitución de 1812 pasaría el castillo a propiedad del Ayuntamiento, quien es su actual propietario, a excepción de las casas adosados a él, que son de propiedad particular.

 

José Francisco López Muñoz.

 


[1] No olvidemos que este castillo está situado extramuros al sueste de la ciudad romana de Celti, lugar donde se sitúa un barrio cristiano en el periodo bajoimperial romano, que con el tiempo desplazará como núcleo principal de la población a la propia ciudad romana, que quedará relegada a barrio periférico de la nueva población surgida en las antiguas zonas de necrópolis junto al camino de Córdoba a Sevilla.

[2] López Muñoz, J. F. “Iglesia de San Pedro apóstol. Descripción, Historia. Documentación y Bibliografía”; en "Bibliografía, Documentación y Archivística del Patrimonio de Peñaflor (Sevilla). Siglos XIII al XXI".  Peñaflor 2009. S./P.

[3]    López Muñoz, J. F. "Calle Las Cuevas". Almenara No 15. Peñaflor,  2.001, págs. 3-7. “Conjunto arqueológico calle Cuevas de Peñaflor”. Arte, Historia y Arqueología Nº 12. Córdoba 2.005, págs. 93-101.

[4] López Muñoz, J. F. “La Moreria”. Almenara No 23. Peñaflor,  2.005, págs. 2-5. “Permanencia de las Morerías en el Valle del Guadalquivir entre Córdoba y Sevilla tras la conquista cristiana. La Morería de Peñaflor”. Arte, Historia y Arqueología Nº 13. Córdoba 2.006, págs. 205-215.

[5]  López Muñoz, J. F. "Calle Las Cuevas". Almenara No 15. Peñaflor,  2.001, págs. 3-7. “Conjunto arqueológico calle Cuevas de Peñaflor”. Arte, Historia y Arqueología Nº 12. Córdoba 2.005, págs. 93-101.

[6] Keay, S.;  Creighton J.; Remesal Rodríguez, J.  “Celti (Peñaflor). La Arqueología de una ciudad Hispanorromana la Bética: Prospecciones y Excavaciones 1987-1992”. Sevilla 2001.

[7] Graciani García, A.; Tabales Rodriguez, M. A.; (2008): “El tapial en el área sevillana. Avance cronotipológico estructural”; en Arqueología de la Arquitectura, nº 5, Madrid/Vitoria, págs.: 135-158.

[8] Valor Peichota, M. (2004): “Las fortificaciones de la Baja Edad Media en la provincia de Sevilla”, en   HID, nº 31, p.: 695.

[9] Consultado el archivo Municipal en esa época no ha sido posible encontrar documentación al respecto de la obra municipal referida.

[10] Ramírez de Arellano, R. “Inventario Monumental”, ff. 6-9. Nieto Cumplido, M.. “Corpus Mediaevale Cordubense I”. Córdoba 1979, pág. 222, f. 38.

[11] Casquete del Prado Sagrera, n. “Los Castillos de la Sierra Norte de Sevilla en la Baja Edad Media”. Sevilla 1993, pág. 242.

[12] Castejón Y Martínez de Arizala, R. “El Castillo de Bujalance”, Córdoba 1974, págs. 18-24. Nieto Cumplido, M.. “Corpus Mediaevale Cordubense II”. Córdoba 1980, pág. 80, f. 54.

[13] Casquete del Prado Sagrera, n. “Los Castillos de la Sierra Norte de Sevilla en la Baja Edad Media”. Sevilla 1993, pág. 233.

[14] Casquete del Prado Sagrera, n. “Los Castillos de la Sierra Norte de Sevilla en la Baja Edad Media”. Sevilla 1993, pág. 237.

[15] Ramírez de Arellano, R. “Inventario Monumental”, ff. 312-317. Nieto Cumplido, M.. “Corpus Mediaevale Cordubense I”. Córdoba 1979, pág. 59, f. 3.

[16] Ocaña Torrejón, J. “El Castillo de Santa Eufemia” en B.R.A.C. n 93, Córdoba 1973, págs. 61-70. Nieto Cumplido, M.. “Corpus Mediaevale Cordubense I”. Córdoba 1979, f. 2.

[17] Valverde Perales, “Historia de la Villa de Baena”, págs. 86-88, 195-198. Nieto Cumplido, M.. “Corpus Mediaevale Cordubense I”. Córdoba 1979, pág. 174.

[18] Casquete del Prado Sagrera, n. “Los Castillos de la Sierra Norte de Sevilla en la Baja Edad Media”. Sevilla 1993, pág. 240.

[19]En este sentido es importante destacar la aparición de una lápida cristiana datada a finales del siglo IV y principios del V d. C. en la calle Nueva (Carbonell Manils, J.; Carranza Cruz, J., Gimeno Pascual, H., González Germain, G.: Una inscripción cristiana de Peñaflor  -Sevilla-. En: Anales de Arqueología cordobesa, Nº. 20, 2009 pp. 483-490. ISSN:1130-9741), asociada a una estructura rectangular hidráulica y muy próxima a la iglesia parroquial (que en sus características constructivas de la anterior iglesia mudéjar (sustituida por la actual en el siglo XVIII) presentaba evidencias de ser un edificio de construcción muy antigua (tal vez desde periodo tardoantiguo), reutilizando importante cantidad de material romano. A la vez tenemos constancia de la aparición de lápidas entre los siglos II y III d. C. con posible simbología cristiana en su ejecución por los alrededores, lo que podría estar denotando la existencia  de un importante edificio religioso asociado a un cementerio cristiano, en torno al cual y hacia el norte se desarrolla una estructura poblacional cristiana independiente de la romana de Celti, que con el paso de los años y los aconteceres políticos y sociales, llega a constituirse como núcleo primordial de la población

[20] Ibn al-Qutiya, Iftitah (pp. 31,32 del tomo y 24 y 25 de la traducción de Ribera. Arjona Castro, A. “Anales de Córdoba Musulmana. (711-1008).” Córdoba 1982. Doc. 14b. Pág. 23. 
[21] . Este canon refleja el pleito entre los obispos de las diócesis de Corduba y Astigi por la adscripción de unas basílicas parroquiales situadas entre los territorios de las ciuitates de Celti y Regina.Vives, J. “Concilios visigóticos hispano-romanos”. Barcelona, 1963. Martínez Melón, J. I. (2008): “Aproximación al territorio de la diócesis de Astigi (Écija, Sevilla)”; en PYRENAE, núm. 39, vol. 1. Barcelona,  pp.: 115-128.

[22] Distritos de Córdoba en el siglo X según un autor anónimo «Noticias respecto a los distritos (aqalim) de Córdoba y su número. Del Manuscrito anónimo de Tamagrut (Biblioteca Nacional de Rabal) según Hus-sayn Mu'nis en Wasf yadid li-Qurtuba al-Islamiya RIEI (1965-66) Vol. XIII, pp. 118-9 del texto árabe. Arjona Castro, A. “Anales de Córdoba Musulmana. (711-1008).” Córdoba 1982. Doc. 303. Pág. 237.

[23] No hay pruebas que refuten la teoría del posible nombre de la población de al-Sadaf o al-Çadif en función del asentamiento de una tribu yemení procedente de Çadif a pesar de la conincidencia toponímica, todas las pruebas apuntan a que se trata más bien de una transcripción fonética al árabe de un antiguo nombre latino, de ahí su diversidad de formas similares a la hora de nombrar la población en los textos. 

[24] "…Luego, al amanecer, se puso en marcha  (Abd al-Rahmán I) para hacerse cargo de las tropas enemigas, que habían acampado en el valle de Munbassar (Bembezar) y se aposentó en la qarya (aldea) Binnash (Peñaflor) en un "harat" (barrio) conocido por al-Rakunin, que la gente suele llamar al-Rakakin (barrio de las columnas)…”. Ibn al-Qutiya, Iftitah (pp. 31,32 del tomo y 24 y 25 de la traducción de Ribera. Arjona Castro, A. “Anales de Córdoba Musulmana. (711-1008).” Córdoba 1982. Doc. 14b. Pág. 23

[25] La utilización de la cal como conglomerante, siguiendo la técnica más común, se impone en esta fábrica, que, por tanto, podríamos ya calificar como acerada; sin embargo, no se detectan adiciones de otros conglomerantes como yeso o bassanita. Así mismo, la adición de cal a la argamasa condicionaría que su revestimiento (siempre de mejor calidad) hubiera de ser también de cal; este caso, el revestimiento se ejecutó calicastrado, es decir, en paralelo al proceso de ejecución.

[26] Aunque no hay que descartar una solución de emergencia defensiva ante un ataque o amenaza inesperados.

[27] Graciani García, A.; Tabales Rodríguez, M. A.; (2008): “El tapial en el área sevillana. Avance cronotipológico estructural”; en Arqueología de la Arquitectura, nº 5, Madrid/Vitoria, p.: 140.
[28] Arjona Castro, A. “Córdoba, su provincia y sus pueblos en época musulmana”. Córdoba 2.003. Págs. 18, 95-97. López Muñoz, J. F.”Nuevas aportaciones sobre topónimos de Peñaflor en Época Árabe”, en revista Almenara nº 21, Peñaflor 2004, págs. 2-4.

[29] López Muñoz, J. F. “La reutilización de elementos arquitectónicos clásicos entre Córdoba y Sevilla. El caso de la Iglesia mudéjar de San Pedro Apóstol de Peñaflor”, en Arte, Historia y Arqueología no12, Córdoba 2005, págs. 39-47. Para cualquier lector interesado sobre el tema tiene a su disposición un ejemplar de esta revista en los archivos municipal y de la Asociación Amigos de Peñaflor, o puede pedírmela personalmente.

[30] A. M. Carmona, leg. 26, en conf. de Sancho IV. traslado del XV. AHN, cop. del XVIII. A. Monasterio de Silos, ms. 1, fols. 83r-88r, en conf. de Alf. XI, de l-sep.-1327. Pub.: J. Hernández días, A. sancho y F. callantes, Colección diplomática de Carmona, Sevilla, 1941, pp. 14-15; ladero, Arch. Hispa, 1976, pp. 135-136. J. González. Remado y Diplomas de Fernando III, Córdoba, 1.986, pp. 346-348.

[31] Archivo Municipal de Carmona. Provisiones reales, siglos XIII-XV, copia simple del siglo XV.

Pub.: Colección diplomática de Carmona, doc. 2, Sevilla, 1.941, pp. 14-15.

[32] Boletín Real Academia de la Historia. Colección Salazar y Castro, I,- 41.

[33]  Nieto Cumplido, M. “El señorío de Almenara en la Edad Media.” En Ariadna 18.  Palma del Río 2006, págs. 29-30.

[34] Archivo General de la Casa Ducal de Medinaceli. Leg. 243, núm. 148.

[35] T. Márquez de Castro, Títulos de Castilla y Señoríos de Córdoba y su reino. Córdoba 1.981, p.118.

[36] Laredo Quesada, M.A. “Andalucía en el siglo XV. Estudios de historia política. Madrid”, C.E.S.I.C, 1.973.

[37] Del Pulgar, H. “Crónicas de los Reyes Católicos”. B.A.E. Madrid, 1953, pág. 338 Aranda Doncel, J. y otros “Historia de Santaella”, Córdoba, 1986 pág. 53

[38] Las primeras referencias escritas a Dº Rodrigo de Cañaveral como señor de Peñaflor se encuentran en al Archivo Parroquial de Peñaflor, donde en los años 1.627, 1.631, 1.632 y 1.636 aporta la cantidad de 510 maravedíes cada año al convento de San Luis para la reedificación de la Iglesia, casa del convento y sustento de la comunidad, probablemente por privilegio real de Felipe II dado a la comunidad, como el que se conserva en el mismo archivo, por el que la Puebla de los Infantes aportaba la cantidad de 500 maravedíes en el mismo concepto. Archivo Parroquial de San Pedro Apóstol. Archivadora P-2. Convento de San Luis del Monte. Licencias y Privilegios.

[39] Márquez de Castro, T., Títulos de Castilla y Señoríos de Córdoba y su reino. Córdoba 1.981, p.164. Archivo de Protocolos notariales de Posadas. Leg. 196, ff. 604r-605r: Palma, 3 junio 1.641. Cit.: R. Mº García Naranjo, Doña Leonor de Guzmán o el espíritu de Casta. Beca Saxoferreo 2.001. Palma del Río 2.001.

[40] T. Márquez de Castro, Títulos de Castilla y Señoríos de Córdoba y su reino. Córdoba 1.981, p.164.

[41] García Naranjo, R. Mº “Doña Leonor de Guzmán o el Triunfo de un linaje. Mujer y nobleza en el siglo XVI”I. Rev. Almenara, Nº 16, Peñaflor 2.002, pp. 4-6. Archivo de Protocolos notariales de Posadas. Leg. 196, ff. 604r-605r: Palma, 3 junio 1.641. Archivo Municipal de Palma del Río, Actas Capitulares, 16, marzo, 1.642.

[42] García Naranjo, R. Mº  “Doña Leonor de Guzmán o el Triunfo de un linaje. Mujer y nobleza en el siglo XVII”. Rev. Almenara, Nº 16, Peñaflor 2.002, pp. 4-6.

[43] T. Márquez de Castro, Títulos de Castilla y Señoríos de Córdoba y su reino. Córdoba 1.981, p.164. Primeras referencias en Archivo Municipal de Peñaflor en Archivadora A-1, carpeta 3, doc. 14, año 1.656.

[44] T. Márquez de Castro, Títulos de Castilla y Señoríos de Córdoba y su reino. Córdoba 1.981, p.164.

[45] Archivo Municipal de Córdoba, Sección 1.ª, Serie 10. docum. Nº 23, fol. 5.

 

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